Geoturismo (la ruta de la piedra) y geodiversidad (historia de Gasteiz y Vitoria).
Tal y como estaba previsto (al menos en cuanto a la fecha), el pasado 5 de abril emprendimos esta excursión, bajo la guía del geólogo Luis Miguel Martínez-Torres. Salimos de Vitoria a las 8:30 de la mañana y, como la excursión trataba sobre las piedras utilizadas en la construcción de edificios, hicimos una primera parada en la hermosa ermita románica de San Vicentejo, para familiarizarnos con cosas tales como las marcas del cantero (las que hace con la gradina sobre la pieza), su firma (anagrama que se graba una vez que se ha cobrado, algo así como un recibí grabado en la piedra), y el uso del hacha en superficie para taponar los poros de la roca. Una vez en Ajarte, su iglesia en ruinas nos sirve para diferenciar entre sillería (sillares tallados), mampostería (mampuestos sin tallar) y ripios (rellenos de pequeño tamaño entre los mampuestos). Los dos edificios están construidos con caliza blanca de Ajarte, una lumaquela del paleoceno, formada por acumulación de conchas en un mar hace unos 50 millones de años, de color blanco en corte, a veces con tono amarillo dorado (como en la ermita de San Vicentejo).
Y tras estos preliminares, vamos a ver algunas canteras de las que se extraía esta roca. Son canteras en las que se explota un estrato de una potencia suficiente para ser rentable, que se encuentra bastante cerca de la superficie. Como el factor limitante para la explotación está en la cobertera del suelo y otros materiales, la cantera progresa siguiendo el mismo estrato hacia los lados: explotación perimetral. El pueblo de Ajarte vivió durante mucho tiempo de las canteras de esta piedra, que se explotó de continuo hasta el siglo 16 (la última noticia es una extracción del 18) y después, de la fabricación de cal, para lo que utilizaban la leña de encina de la localidad. Se calcula que por cada 1000 kilos de caliza, que daban unos 300 de cal, se necesitaban unos 10.000 de leña de encina, lo que contribuyó a la regresión del encinar en la localidad. Volvemos al autobús para dirigirnos al comienzo del camino carretero (medieval) que conduce al antiguo Puerto de Vitoria y, a partir de aquí, la excursión se bifurca: los que no van a seguir a pie el camino hasta Monasterioguren se vuelven en autobús a Vitoria, en donde quedamos a las 13:00 horas, y el resto emprende el viejo camino por el que se llevaba la piedra, en carros de bueyes, hasta la capital. Nuestro tesorero Prudencio, que se encontraba mal, se fue con los del autobús a Vitoria.
Hay que decir que esta parte de la excursión fue un paseo delicioso, comenzando por los campos de Ajarte, con los restos de antiguos frentes de cantera ahora cubiertos de vegetación y difícilmente reconocibles (parecían extraños aterrazamientos del terreno), con retazos de encinar y quejigal, hasta llegar al antiguo Puerto de Vitoria. Desde aquí el camino desciende a través de un hayedo sobre areniscas, al principio de forma un tanto brusca en lo que se conoce como la colada de Monasterioguren, y con más suavidad después. En algunos tramos pasa por la antigua calzada medieval, que en su tramo final aún conserva el empedrado. Hicimos varias paradas en este trayecto, que dieron lugar a numerosas explicaciones sobre la litología del lugar, los problemas del transporte de la piedra en carretas, el límite entre el Cretácico y el Terciario (que debe estar en las proximidades del puerto), el reciclaje del vidrio (¿es un absurdo?), las diferencias entre las tejas cristianas y árabes, etc. Nuestro guía, tan iconoclasta como en otras ocasiones, es capaz de hablar de todo y ligar la geología con mil temas interesantes, por lo que el tiempo se nos pasa sin sentir. Entre una cosa y otra, y por primera vez en estas excursiones, llegamos con una hora de retraso a Monasterioguren, y a Vitoria… Aun así, continuamos casi todos la excursión por Vitoria: granitos de Porriño en la plaza de los Fueros… caliza gris de Deva… granito gris de Quintana… areniscas tipo Fontecha (Monumento de la Virgen Blanca y también en la catedral nueva: miocenas, blandas y trabajables, pero poco resistentes por el cemento calcáreo)… areniscas tipo Elguea (albienses, con cemento silíceo, mucho más resistentes, que aparecen también en la catedral vieja)… rocas ígneas rojizas (procedentes de la India que forman el nuevo pavimento de la calle Correría)… Terminamos viendo los distintos tipos utilizados en la catedral vieja, y enterándonos de que las plazas de la Burullería y del Machete se hicieron aprovechando los huecos de cantera por la extracción de cayuela utilizada como ripios en los muros de la catedral… y de mil cosas más, como decía. Pero ya eran las 15:30… En resumen, una excursión, en sus dos tramos, sumamente interesante ¡y muy bien contada!
Para los aspectos técnicos, remitimos al reportaje de Prudencio, muy detallado, como siempre, y a la publicación Historia de Gasteiz y Vitoria, geodiversidad incluida, de L.M. Martínez-Torres, editado por la UPV/EHU.
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