En recuerdo de Lydia Zapata

a_lydia_peqLydia Zapata Peña, arqueobotánica, profesora e investigadora de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, falleció el pasado día 4 de enero. El año 2015 no podía haber comenzado de forma más triste. Un agresivo tumor cerebral, declarado hacía un año, terminó con su vida a los 49 años de edad. Soportó la enfermedad y el tratamiento con una entereza y un coraje encomiables, y siguió adelante con sus proyectos científicos hasta el último momento, siempre con el ánimo de superarlo todo.

Lydia era una persona excepcional, llena de ánimo y generosidad, y una de las primeras que ofreció a Alavesia su colaboración desinteresada. Con mucha frecuencia hemos recordado su espléndida conferencia Historia de las plantas cultivadas en el País Vasco, con la que en abril de 2013 inauguramos el ciclo de conferencias de Alavesia en el Ataria. También era una científica extraordinaria, inteligente, entusiasta y con una inusitada capacidad para colaborar con diferentes grupos de investigación de todo el mundo. Han sido muchísimos los investigadores que se han unido al dolor de su familia y amigos, señal de que en todos ellos había dejado una profunda de su valor, como investigadora y como persona.

Su especialidad era la arqueobotánica. A través del estudio de los restos carbonizados, Lydia trataba de averiguar cuál era la forma de vida de las sociedades primitivas, y en particular qué plantas utilizaban y con qué fines. Con su inteligencia y entusiasmo, supo crear un buen equipo de investigación en arqueobotánica, joven y muy activo. Hace apenas un año reseñábamos en este blog, en diciembre de 2013, su obtención de la Beca Consolidator del Consejo Europeo de Investigación, la beca individual más exigente y de mayor dotación económica del ámbito europeo. Lydia fue la primera la primera mujer del País Vasco que la conseguía, y la única persona que lo había hecho en el área de Humanidades. Este es seguramente el mejor indicador de su excepcional calidad científica. Era un gran proyecto multidisciplinar en el que pretendía revisar el uso de plantas en el Paleolítico del occidente europeo y norte de África.

Desgraciadamente, ya no podrá llevar a cabo ese proyecto, ni tantos otros como alumbraba en su cabeza. Pero a pesar de este final prematuro e injusto, es mucho lo que Lydia ha dejado. No solamente sus trabajos científicos publicados, también el ejemplo vivo, como una semilla, de cómo se trabaja, cómo se colabora, cómo se vive. Un recuerdo imborrable. Para todos los que hemos tenido esta oportunidad, conocerla ha sido un verdadero privilegio.

Publicado el 7 enero, en Reciente. Añade a favoritos el enlace permanente. 1 comentario.

  1. antonio lopez quintana

    He tenido la suerte de haber conocido a Lydia y por encima del inmenso dolor que supone su perdida, nos queda el ejemplo humano que tan bien ha sido descrito en esta entrada de Alavesia y que suscribo enteramente.

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